La vida en
la tierra no para, ¡qué obviedad! Y en la actividad agropecuaria y sus
industrias derivadas toma una dimensión distinta en estos momentos de
paralización. Porque esas plantas que se sembraron cumplieron su ciclo y ahora
están dando sus frutos y los animales que tuvieron sus crías continúan en el
ciclo de la vida.
Observarlo
nos da la oportunidad de notar todas las bendiciones que tenemos y reflejarlo
con un GRACIAS, esa palabra mágica que hace engrandecer lo que ya tenemos y
perder importancia a lo que nos falta.
Por esto,
hoy es tiempo de estar agradecidos, porque se está levantando la cosecha. Con
todas las dificultades que impone la coyuntura, se está cosechando. La cosecha
es un momento sagrado en el campo. Ya el
Salmo 125, 1-6, lo refleja: “El sembrador va llorando cuando esparce la
semilla, pero vuelve cantando cuando trae las gavillas”. El domingo 12 de
abril, escuchaba a Pablo Vaquero comentar por radio, que la cosecha de algodón
en las tres principales provincias algodoneras, venía muy bien. Y esto es una
gran noticia.
El hombre de
campo está acostumbrado a confiar, ya que la Naturaleza misma es uno de sus
principales socios. En una cena con amigos en Guanaco, partido de Pehuajó, prov.
de BA, a mediados de diciembre pasado cuando estaba apretando una seca
considerable, un productor amigo hizo una reflexión fue muy sencilla, pero
llena de sabiduría: “Podrá haber mil inconvenientes a nivel economía y país,
pero en la medida que llueva y que podamos cosechar, yo sé que me voy a
defender”. Por suerte las lluvias cayeron
para Navidad en forma muy ajustada, pero llegaron.
En segundo
lugar, sabemos en nuestro fuero íntimo que “esto también pasará” y se convierte
en una oportunidad para agradecer ya que cuando esta pandemia pase la vida
volverá a emerger de la tierra y el ciclo comenzará nuevamente. La última
imagen que tengo, pre Covid-19, de todo lo que del campo puede surgir es la de Expoagro
en marzo pasado. Justo fuimos el miércoles 11 y ese día diluvió. Pero logramos
recorrer unos cuantos stands, encontrarnos con varias personas que queríamos
ver y nos fuimos con el corazón lleno.
La Expoagro fue de una excelencia superior, y al recordar esa imagen, no
deja de conmoverme y recordarme lo que el sector puede dar y las enormes
oportunidades que tiene para ofrecer.