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NOTAS

El sueño del pibe

El sueño del pibe

2020-03-06

En enero pasado las divisiones inferiores de River Plate de Buenos Aires, hicieron su pre-temporada en la ciudad de San Jorge, Santa Fe, donde vive mi hija con su familia.

Un sábado de mañana jugaban un partido de prueba contra las divisiones inferiores del mismo club San Jorge, donde hacían los entrenamientos. Vinieron muchos padres con sus hijos desde toda la provincia y en mi caso fuimos con mi nieto Nano de 10 años, hincha de River Plate (y de Newell’s de Rosario) a ver el partido.

Al llegar un poco antes del comienzo del partido, pudimos presenciar el precalentamiento de los jugadores. Es la foto que ilustra esta historia. La denominé, “el sueño del pibe” dado que Nano ama el futbol y juega en el Complejo Futbol 5 en San Jorge. Es fácil imaginarse lo que puede pasar por la cabeza de ese niño viendo a entrenar a quienes seguramente serán futuros ídolos futbolísticos (entre ellos, estaba el hijo de Marcelo Gallardo, Matías, de 16 años).

Extrapolando, veo la foto y me parece un lindo ejercicio intentar imaginarse a uno mismo:  cuantos sueños hemos tenido, desde chicos y luego a medida que crecíamos en nuestra vida personal, familiar, profesional y laboral. Y a medida que cumplíamos unos sueños, si iban generando nuevos sueños, y así sucesivamente. Mi conclusión es que no es solamente el sueño del pibe, son los sueños que nos acompañan toda la vida. 

Soñar es volar con la imaginación, desplegar la capacidad creativa, visualizar el futuro y poner nuestra voluntad en pos de esos objetivos. 

Soñar es una creación netamente cerebral. Es como “ir calentando los motores” de la personalidad.

Y esto es precisamente los que nos diferencia de la Inteligencia Artificial y de los algoritmos, que tanto nos sorprenden día a día, cuando recibimos información de Google o de Facebook recordándonos temas o eventos de muchos años atrás, prolijamente recopilados y que no dejan de impactarnos (más todo lo que leemos).

Como dice el neurocientífico Facundo Manes, nuestro cerebro nos va a diferenciar siempre a las personas. Para ello, la educación debe motorizar nuestros recursos cognitivos, sociales y emocionales, que serán siempre irreemplazables. Nos insta a potenciar las habilidades que nos hacen humanos, y que la tecnología no podrá nunca imitar ni reemplazar: las emociones, las habilidades sociales, la creatividad, la intuición y la empatía.

Está bueno “soñar despiertos” sobre qué queremos para nuestro futuro:  lo hacíamos de pibes como Nano y lo debemos seguir haciendo como “pibes grandes”, toda la vida, porque así seguramente gozaremos más intensamente nuestro breve paso por este mundo.

Para finalizar, recuerdo lo que dijo Charles Chaplin, una persona creativa y genial, que vivió intensamente su vida: “Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más”. Entonces, a soñar y crear y desplegar todos nuestros sueños, sin demoras y sin miedos.