Un vez seleccionada la persona a ser incorporada al equipo, entraremos en un período crítico, que es el proceso de inserción de esa persona dentro de la empresa.

Se inician noventa días claves que repercutirán en el desarrollo futuro. Se trata de un proceso de mutua adaptación, donde podremos evaluar la forma de trabajo e integración del recién llegado, y a su vez le servirá a la persona recién ingresada para evaluar si acaba de dar el paso correcto al incorporase a dicha empresa.

    Estos procesos, conocidos como de “onboarding” e inducción serán clave y esas primeras semanas definitivamente repercutirán y permanecerán en la memoria de los compañeros de equipo, de sus supervisores y de la propia persona.

     No dedicar tiempo a planear adecuadamente ese primer período crítico es una falencia frecuente en las pymes, pero si es manejado adecuadamente, permitirá integrar equipos y comenzar a funcionar rápidamente.

     De nada servirá el proceso más sofisticado y profesional de atracción de talento si en el momento de incorporación del candidato seleccionado, se lo deja “abandonado” a su suerte. Pocos serán los resultados que se obtengan, y las chances de que haya una frustración mutua tanto por parte de la empresa como por parte del colaborador recién incorporado, serán muy altas. Es así como se estará dejando al azar el cumplimiento de las expectativas que ambas partes tienen cifradas en el inicio del vínculo laboral.

Fuente: Introducción, por Pablo San Martín, en el libro “Capital Humano, hacia una exitosa gestión del talento en las organizaciones”