Cuando me desempeñaba como Gerente de Produccón de una
gran empresa tambera, agrícola y ganadera, y salíamos a recorrer en camioneta
por el campo con uno de los Directores de la empresa, cada vez que veía a
alguien trabajando, ya sea peón de a caballo, tractorista racionador, o
tambero, ponía especial énfasis en arrimarme con la camioneta y saludar a la
persona, ver su trabajo y que lo saludara el Director.
Teníamos muy buena relación con el Director de modo que un poco a regañadientes (porque teníamos poco tiempo y mucho que recorrer por ser muy grande el campo con 7 tambos), aceptaba mi deseo de acercarme al colaborador y saludarlo. Pero él no podía evitar decirme, en serio y también un poco en broma, “que hincha que sos con estas paradas, teniendo tanto para ver”.
Una vez nos detuvimos al lado de un tractorista que
estaba racionando, se bajó del tractor y le dije, con el Director parado al
lado mío, “Muy buen trabajo Rodríguez”,
y Rodríguez se entusiasmó y nos contó cuáles eran sus secretos de la forma de
repartir la ración con el menor desperdicio posible. “Muy bien Rodríguez, lo
felicitamos” le dije y el Director respaldó mi elogio merecido.
Al otro día, la mujer de Rodríguez, que trabajaba a la mañana en mi casa, le dijo a mi señora apenas llegó: “Señora, ayer el Director estuvo como mi esposo y le dijo que estaba haciendo muy buen trabajo. Vino feliz a casa y nos contó esto a mí y nuestros 2 hijos”.
Con esta
anécdota, quiero resaltar el alto impacto que tienen en las personas las
palabras de reconocimiento. Sin embargo, vaya uno a saber por qué, nos cuesta
mucho detenernos un minuto y dar reconocimiento a nuestros colaboradores.
Solo daré algunas razones que se me ocurren ahora.
1- En general, tenemos la creencia errónea de que, si
reconocemos a una persona por su labor, se van a “agrandar” y muy probablemente
pidan una mejora salarial. Esto mismo me
lo dijo otro superior mío, en una circunstancia similar: “Che, parala con los
elogios, no sea cosa que me vengan con un pedido de aumento de sueldo. Yo les
pago para que hagan bien el trabajo, como corresponde”.
2- Otras veces, quizás pensamos que las personas saben
que estamos conformes con su trabajo y que por lo tanto no necesitan nuestro
reconocimiento.
Yo siempre fui de expresar Reconocimiento y Agradecimiento
ante un trabajo bien hecho, y lo sigo haciendo. Desde muy joven, ya ejerciendo
roles de liderazgo, tuve claro que el éxito de mi trabajo iba a depender de un
buen trabajo, realizado con interés, de todos mis colaboradores.
Ya desde mis primeros años, concebía la “pirámide
invertida” en el liderazgo donde el jefe está abajo, dando apoyo, servicio y
motivación a los que están arriba, “en el frente de batalla”, que son los que
hacen los trabajos productivos y generan el valor para la empresa.
El reconocimiento es muy poderoso y energiza tanto al
que lo expresa como al que lo recibe, dicen las Lic. Verónica de Andrés y su
hija Florencia Andrés. Nos completa como personas: hay cosas que no sabemos de
nosotros mismos a menos que alguien nos lo diga.
Por este motivo, en nuestras entrevistas laborales,
cuando le pedimos a los candidatos que nos cuenten sobre sus fortalezas, ponemos
foco en que nos cuenten lo que le han dicho otros jefes de ellos, inclusive su
propia esposa y amigos. En muchos casos, han tenido evaluaciones hechas por
anteriores empleadores, que son muy importante conocer.
El reconocimiento nos equilibra, porque culturalmente,
estamos acostumbrados a centrarnos en lo malo, ya desde nuestra infancia
quizás, y damos por sentado todo lo bueno. Muchas veces la gratitud existe,
pero no la expresamos: la gratitud silenciosa no sirve de mucho.
Como también dicen las mismas autoras, desde que
formamos parte del sistema educativo hay un énfasis mucho mayor en destacar los
errores que los aciertos.
Para finalizar, invito a todos los lectores de estas
líneas que traten de impulsar en sus empresas, en sus trabajos y también en sus
familias, con sus cónyuges, hijos y amigos, la cultura del reconocimiento y agradecimiento.
Todo va a salir mejor, básicamente porque se crea un mejor
ambiente laboral y se transmite energía positiva al grupo.
Ah, me olvidaba: si alguien “se agranda” y pide aumento de sueldo, y bueno, habrá que manejar la situación con buen criterio y sentido común, ponderando bien la equidad interna. En definitiva, es una situación virtuosa a resolver, una oportunidad de aprendizaje. En mis años de experiencia he visto que muchas veces “los pedidos de aumento de sueldo” van más atados a la falta de reconocimiento del esfuerzo diario que al exceso del mismo.
Por último, la foto también tiene una historia relacionada. Aquí estoy con Alberto Voulminot, un amigo de toda la vida, visitando su campo en Uruguay, donde justamente reconocimos nuestras vivencias compartidas a lo largo de tantos años de amistad, entre tantas cosas que charlamos.